oct 4, 2011

Conversando con mi alegría

 

 

Conversando con mi alegría

Abro este espacio de blog inaugurándolo con el tema que ocupa el próximo taller. Para aquellas personas que acceden a este blog, les diré que no tiene más pretensión que contribuir a la alegría de las personas a través del Coaching, y traer mis aportaciones y las de otras personas, que resulten interesantes y conmovedoras para removernos y mejorar cada día.

Nada trae más alegría que saber lo que quieres ser y enfocarte a eso. Ejercer tu libertad y aprender cada día a aprovechar cada minuto, cada situación que la vida te presenta o que buscas y que eliges destinar tu energía a eso. Pero no siempre es fácil conseguir los resultados que nos marcamos, nuestros propósitos, cambiar nuestras creencias aprendidas, y por eso,  pedimos ayuda para poder atender a nuestros deseos. Un coach o una coach, es una persona que acompaña a florecer lo mejor que llevas dentro, te muestra aquellas creencias que tienes en transparencia, que son ciegas para ti y te invita a realizar aquellas acciones necesarias para obtener esos resultados. Yo soy coach ontológica, lo que significa que trabajo al ser humano desde todos los ámbitos, puesto que la persona es la misma en el trabajo, en casa, con amigos y amigas, aunque aprenda a comportarse de forma diferente según el ámbito en el que esté.

También trabajo desde los 3 dominios de la persona, ya que no somos una cosa u otra, somos un cuerpo, que habitamos de una forma, le sometemos a ciertos comportamientos y se construye según ellos, somos emociones, puesto que siempre nos tienen y estamos inmersos en ellas y somos lenguaje, pues lo que sentimos, lo que pensamos, lo transmitimos a través del lenguaje.  Mi forma de trabajar es sobre el observador/a que estoy siendo, orientado a la transformación de la persona, ya que cambiando el observador u observadora que uno/a cree que es se consigue cambiar las cosas que hago, digo, expreso, y por ende, cambian los resultados que obtengo. Este camino de mirarse hacia dentro, viendo también cómo soy desde fuera, es lo que permite que la persona tome sus propias decisiones según los cambios que quiera provocar.

Y todo ese trabajo, realizado desde el Coaching es lo que contribuye a vivir la alegría en su máxima expresión. Por supuesto, cada persona tendrá su experiencia de sentir y vivir la alegría: quizá un momento de relajación, la paz de actuar alineado/a con tus valores, soltar aquello que no contribuye a mejorar, o sentir con intensidad los momentos poderosos, nos traen la alegría, que puede que se relacione con lo que entendamos por felicidad.

¿Quién no recuerda ese momento especial compartido o no con otros/as donde el tiempo no tomaba forma y la intensidad de alegría o bien era pasajera o permanente pero quedó en el cuerpo?

Piensa y reflexione, ¿cual es ese momento para ti?  ¿te sentiste más alegre al pensarlo? Cierra los ojos, respira hondo, expira, y repite las respiraciones e imagina esa situación alegre  y siente y saborea ese momento como si fuese tu mejor bebida, tu mejor comida …

¿Cómo estás ahora? ¿Cómo conversaste con esa alegría? ¿qué te pasó? Explora….

La alegría es una emoción poderosa, pues permite realizar proyectos, te predispone más que otras emociones a realizar cambios no solo en ti sino en los demás. Contribuir en este mundo con lo que quieres aportar, cambiar, con responsabilidad, puede traerte alegría. Terminar el trabajo o la meta que te has propuesto, puede traerte alegría. Sentir…. Puede traerte alegría. Relajarte, puede traerte alegría….

¿recuerdas la campaña de “ abrazos”? ¿Recuerdas lo que provocó en los demás? ¿Imaginas si las persona fuésemos con el cuerpo, el gesto y la respiración de la alegría cada mañana, a cualquier persona que nos encontrásemos? ¿Qué sería diferente de lo que hay en tu día a día? Quizá seas persona que sonríe mucho, y percibas los beneficios que te trae, quizá se te olvida o no te enseñaron a sonreír. Lo cierto es que es una emoción básica, que toda persona tiene, y que desde que nacemos aprendemos a estimularla, pero está en nosotros/as de manera pura, sin otras emociones mezcladas. Experimentar la inducción de esta emoción provoca la facilidad a la risa, lo que permite acercarse más a esta emoción cuando no la tenemos presente.

Mi experiencia es que tras haber habitado una profunda tristeza por aquello a lo que nos aferramos a perder, a aceptar, a olvidar, a cambiar, viene una profunda alegría.

 

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