EL FRACASO
Lejos de invitarme a destruirme, el fracaso me parece de las cosas que más me ha hecho aprender. El orgullo y la exigencia de haber tenido que estar a la altura intelectual de mi familia, me llevo a generar energía para seguir aprendiendo. Uno de mis grandes valores, que me han permitido hacer muchas cosas. Lo que nunca me explicaron hasta que llegué al coaching y empecé a observarlo, es cuánto se aprende del fracaso. Es por ello que me atrevo a errar, probar, explorar y equivocarme.
Siento como mucha gente está acompañando en este tiempo la energía del fracaso a una temporalidad que le invita a no tomar las riendas para salir de esa situación, me explico, una persona que conozco bien, desde la infancia, lleva meses machacándose con esta frase” esto es para siempre” “ya no hay nada que hacer”, y esa permanencia del juicio de “no valgo” es lo que no le está permitiendo ver toda la grandeza que el fracaso le está trayendo. Si lo tomamos en lo temporal y lo dejamos como definitivo el juicio de “he fracasado” probablemente no podamos ver la belleza que llevamos dentro y lo que esa energía, emoción de resignación, nos puede aportar. Igual nos conecta con un cuerpo caído, sin ganas, con una tristeza que nos invade y nos invita a recogernos, a no querer ver más, y esa es la base para que desde ahí, tras quedarnos un ratito, aprendamos a conectar con esos mensajes que nos está trayendo esa tristeza.
El fracaso me ha permitido sacar tras esa vivencia, una energía de mejorar, expresar mi rabia y con ella salir hacia el objetivo de nuevo, pero con nuevos aprendizajes, con más ganas de hacerlo mejor. Tengo muchas anécdotas en las que podría extenderme para compartir este sentimiento de fracaso, pues he probado muchas veces a equivocarme, y vaya si lo he hecho (talleres anulados, conversaciones inefectivas, relaciones terminadas, mis innumerables intentos de dejar de fumar y un largo etcétera).
Quizá el mayor fracaso es haber tardado en comprender que no he pedido ayuda cuando debiera, creyendo que yo lo tenía que aprender sola. Mirándolo desde lejos, me viene la satisfacción de ser yo misma, de haber hecho lo que quería hacer, de haber traído el coraje de aceptar mis errores. Y es que del fracaso se aprende mucho. Conectamos con la vulnerabilidad, un juicio que podemos engrandecer, pues somos tremendamente vulnerables, aunque sigamos empeñándonos en lo contrario.
Fracaso según el diccionario significa “ falta de éxito o resultado adverso” y el éxito para mí es un juicio que cada uno/a construye dependiendo de cómo aprendió a vivir las expectativas, a vivir en la exigencia de que podemos controlarlo todo. Y es que no nos enseñaron a vivir en el fracaso, competimos por el éxito, por las mejores respuestas, sin valorar el valor que tiene las preguntas sin respuesta, que nos permiten distanciarnos de ese ser pequeñito que nos pone en “fracasados/as”. Ahí nos colocamos en la víctima, situándonos en una postura cómoda de no hacer nada al respecto, en lugar de admitir que como seres humanos erramos y por eso somos humanos, no podemos controlarlo todo , todo el tiempo. Mirando los fracasos de esta semana y los que he escuchado de otros/as, he visto cómo hay personas que están preparándose para el fracaso, es decir, podría quedarme sin trabajo, y eso lo consideraría un fracaso, aunque de momento lo tengo; otro caso que he visto escuchando una conferencia sobre la motivación “hay que salir de esta” “hay que hacerlo” “esto es lo que nos ha tocado vivir” decía el conferenciante. En otro evento al que asistí, me sentí fracasada cuando las personas nominadas para un premio son aquellas que más visibilizadas están, que no hablan de sus fracasos, sino que la fama les ha traído “el éxito”, por supuesto que son merecedoras, pero mis ganas estaban en que mujeres que saben disfrutar del fracaso, que cada día se levantan con la idea de cambiar un trocito de mundo, pero que no gozan de recursos económicos para ser tan conocidas, fuesen nombradas como aquellas que posibilitan el crecimiento de otras y van empoderando a otras, con el fin de que se reconociese su labor. Y reflexionado a dónde me llevaba este fracaso, sentí que son mujeres exitosas, pues en su mundo interior, están conectadas con lo que verdaderamente les importa, y eso es lo que les hace seguir en su tarea. También recibí el duro golpe de una gran amiga que perdió a su hijo, y reconozco que lo llevé al fracaso, pero en esta ocasión pude escuchar su grandeza, su gran conexión con todo lo que estaba viviendo, siendo consciente de que de esa situación iba a aprender mucho enfrentándose al dolor, y se había tomado el tiempo para vivir el duelo. En definitiva, se dio permiso para vivir esa tristeza, y vivirla de frente, y transitar el momento con coraje, sabiendo que la vida le dio una bofetada inesperada.
Así que me quedo con mirar ¿qué trae ese resultado adverso? ¿qué me está diciendo? ¿me ha provocado sufrimiento? ¿qué vino a decirme este fracaso? ¿cuáles han sido los aprendizajes? ¿qué tengo ganas de hacer a partir de aquí? ¿mi fracaso lo ven otros/as como tal? ¿cómo me he aprendido a denominar lo que es y no es fracaso? ¿qué puedo hacer yo para cambiar esta situación? ¿qué falta para que pueda vivir el fracaso como oportunidad?
Como decía Julio Olalla “sufrimiento sin aprendizaje es el gran drama humano” algo que se me quedó grabado y que me sirvió para aprender de otra forma. Y mirar también los fracasos de otras personas: ejemplos como el de aquella madre anónima que pierde a su hijo/a, Victor Frank, Nelson Mandela, Steve Hobes, Henry Ford, Carme Tena, Joseph Campbell, Kimber Hunn, Simone de Beauvoir, Marcela Lagarde, Rodrigo Pacheco, Mahatma Gandi, Lucía Mazarrasa, Zainab Salbi, Leyman Gbwee, Hildegarda Von Bingen, y tantas personas que me han inspirado en mirar el fracaso de otra forma.
Prefiero tomar la frase de Henry Ford “El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.”
Lo que tengo claro, es que tengo toda la vida para danzar con mis fracasos, es todo un arte, pues no se puede aprender de ellos sin haberlos vivido.
¿se imaginan la vida sin fracasos y todo éxito?